Custodia las planchas y las estampas de Goya, organiza exposiciones, acoge a investigadores de todo el mundo y sus máquinas siguen estampando obras de arte. Pocas instituciones se pueden equiparar con ella. Y, sin embargo, la Calcografía Nacional se conoce poco. Entramos en ‘el Museo del Prado’ del grabado. Por Fátima Uribarri / Fotos: Carlos Carrión

Si quiere usted un Goya original por 950 euros, quedan varios a la venta: nueve al cierre de este reportaje. Sí, Goyas originales. Con todas las garantías. Son estampas de su serie Tauromaquia. Están impresas con las planchas surcadas por sus manos. Son las últimas, no se van a estampar más. Las venden en la tienda de la Calcografía Nacional, una institución española de prestigio mundial y, sin embargo, poco conocida aquí. Está muy cerca de la Puerta del Sol, comparte sede con la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que desde 1932 se responsabiliza de su dirección y mantenimiento.

En el archivo hay más de 30.000 estampas. «Ni el Louvre tiene un ‘stock’ como el nuestro», explica el académico Juan Bordes

Solo hay dos instituciones equiparables a nuestra Calcografía Nacional: la del Museo del Louvre, en Francia, y L’Istituto Nazionale per la Grafica de Italia. Las tres custodian las planchas (se llaman ‘matrices’) con las que se han realizado importantes grabados de la historia del arte. Los franceses tienen las matrices de Van Dyck, Matisse o Manet y los italianos, las de Mantegna o Piranesi.

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Dibujo, plancha y estampa de ‘Vista del Prado por Cibeles’, un aguafuerte de Isidro González Velázquez, una de las más de 30.000 estampas de la Calcografía Nacional

Ah, pero ellos no tienen a Goya: sus matrices y estampas son el principal tesoro de nuestra Calcografía Nacional, ‘el Museo del Prado’ de los grabados. Nació en 1789, cuando se comenzaba a alegrar los textos con ilustraciones que anticipaban la fotografía. Como las imprentas eran caras, el conde de Floridablanca impulsó la creación de la Calcografía Nacional como un anexo a la Imprenta Real. Se instalaron dos tórculos (imprentas calcográficas) y se empezó a trabajar.

Desde 1983 está prohibido usar las matrices de Goya para realizar estampas. Antes no había límite

Un grabado no es una copia, es una obra de arte en sí misma. Es una de las primeras cosas que quiere clarificar Juan Bordes, académico delegado de la Calcografía Nacional: «La gente cree que el grabado es el múltiple de una imagen. Y no es así. Una estampa siempre es un original, una obra única. No es una reproducción, tiene calidades plásticas microscópicas que no se consiguen ni con el dibujo ni con la pintura».

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El estampador Javier Blázquez trabaja en el taller de la Calcografía Nacional donde se realizan estampaciones con matrices antiguas y se reciben encargos de artistas contemporáneos. También hay un taller digital.

En la Calcografía Nacional se siguen haciendo grabados. El taller es el reino de Javier Blázquez, estampador. En las repisas se alinean latas de tinta Charbonnel. Es muy espesa; por eso, los estampadores trabajan sobre choferetas, unas cajas metálicas con un hornillo dentro para calentar la tinta, que se licúe y penetre mejor en los surcos.

«El grabado no es una copia, es una obra original, con unas calidades que no se consiguen en la pintura», explica Juan Bordes

La maquinaria tiene aspecto decimonónico. Pero esos tórculos con rodillos que pesan toneladas ahora se mueven con tecnología moderna. «Hacemos estampas con planchas históricas y también obras contemporáneas», cuenta Javier Blázquez. Aquí se han hecho tiradas de creaciones de Luis Gordillo y Rafael Canogar, entre otros. También imprimen las obras ganadoras del Certamen de Jóvenes Creadores y del Premio Nacional de Grabado, que han merecido, entre otros, Miquel Barceló, José María Sicilia o Cristina Iglesias. En esta vetusta institución, «ahora se hace estampa digital en la que la matriz es un archivo digital», cuenta Juan Bordes.

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En la Calcografía Nacional se estamparon vales reales, antecedentes de los billetes, como este de 1795

La joya de la corona son las series de Goya: los 16 aguafuertes en los que copió obras de Velázquez, los Caprichos, los Desastres de la guerra, Tauromaquia, los Disparates y otras estampas legendarias como El agarrotado. El pintor tiene allí una sala, el Gabinete Goya, donde se muestran de modo permanente algunas de sus estampas con sus matrices correspondientes. Este gabinete de paredes enmaderadas y atmósfera de capilla es un pequeño museo «singular y único en el mundo -explica Juan Bordes- porque es la primera vez que estas planchas han pasado de ser consideradas material documental de archivo a exponerse como obras en sí mismas».

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Placa y estampa de ‘Francisco Goya y Lucientes, pintor’, de su serie los ‘Caprichos’

Las 228 matrices de Goya se custodian en la caja fuerte, que guarda unas 9000 planchas en total. Ahí está casi toda la creación de Goya como grabador. Faltan solo cuatro planchas. «Íbamos a comprar las cuatro matrices de los Disparates que nos faltan, pero el Louvre, que era el segundo comprador, presionó al marchante Paul Prouté y se hizo con ellas», cuenta -todavía dolido- Juan Bordes.

Las planchas están protegidas en unas cajoneras especiales dentro de una estancia con temperatura y nivel de humedad controlados. Desde 1983 está prohibido que las matrices goyescas entren de nuevo en los tórculos. Para que no se estropeen. Antes de esa fecha no había límite y se estampaba hasta que la plancha se desgastaba.

Por supuesto, en la Calcografía Nacional también se custodian estampas, más de 30.000, la cifra no es exacta porque, como explica Pilar García Sepúlveda -responsable del Archivo de Estampas y Exposiciones-, «estamos inventariando la donación del coleccionista Antonio Correa». Los ayudan profesionales de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, pero, aun así, los cuatro trabajadores exclusivos de la Calcografía Nacional tienen mucho que hacer: inventariar, estampar, atender a los investigadores que acuden a estudiar sus fondos o a consultar los 200 dibujos preparatorios de su archivo, o su biblioteca de 8000 libros técnicos. «Ni el Louvre tiene un stock de esta categoría», proclama Juan Bordes.

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Las xilografías se realizan con planchas (matrices) de madera. Esta es una de las 9000 placas que se custodian en la caja fuerte de la Calcografía Nacional

De gira mundial

También se ocupan de las exposiciones. Este año prestan a 17 muestras. Y organizan las propias. En mayo arranca Peces de los mares de España, con los dibujos, del siglo XVIII, de Antonio Sáñez Reguart. Además, organizan exposiciones itinerantes junto con el Instituto Cervantes, como Los Desastres y la fotografía de guerra, que ha viajado por medio mundo. Ahora cuelgan de sus salas obras de Luis Feito y está de gira Goya fisonomista, con paradas en Burdeos, Argel, Praga… «Es una exposición pionera: relaciona a Goya con los tratados de fisonomía de su época», dice Juan Bordes.

El académico no disimula su entusiasmo. «Me siento como el secretario de Goya en la Tierra. Porque es en el grabado donde Goya se quiere comunicar con el pueblo. No está mediatizado por el encargo; es el Goya auténtico, el más fantasioso y surrealista, el Goya que más influencia ejerce sobre el arte moderno», proclama.

La tinta la compran en Francia, de la marca Charbonnel, una firma centenaria. Es muy espesa, hay que calentarla (se hace en las choferetas, unas mesas especiales) para que se licue y penetre mejor

Si quiere una de sus estampas, puede comprarla en la tienda de la Calcografía. También hay allí un Fortuny por mil euros y varios grabados del siglo XIX en el papel original por 200 y 300 euros… Dan salida así a obras que en su momento fueron un fracaso editorial.

Goya comenzó a realizar grabados para difundir el patrimonio artístico español, la Calcografía Nacional continúa esta labor.

Un arte muy complejo

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Hay varios tipos de grabados. Las técnicas se clasifican según los materiales y los medios empleados. En las xilografías, las matrices son de madera; en las litografías (inventadas en 1796) son de piedra o de metal. En el aguafuerte, por ejemplo, la plancha de metal se embadurna con betún de Judea y cera de abeja. Cuando se seca, se dibuja con un punzón; luego se sumerge la plancha en una solución de ácido nítrico y agua que corroe la plancha donde se ha retirado el barniz y así se va grabando la placa. Muchos grabados son fruto de la combinación de varias técnicas.

PARA SABER MÁS

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