Se creían vencidas tras la Segunda Guerra Mundial, pero el transporte y el turismo Globalizado las han expandido. Por Fátima Uribarri

Plaga bíblica que devora África

Salen en grupo por la noche. Localizan a sus víctimas por el calor que emiten. Primero les inoculan un anestésico para que no se den cuenta del ataque. A continuación pican. Luego se retiran a sus escondites: dobladillo de las sábanas, muelles del somier…, o se instalan en pliegues de la ropa del armario, en bolsas de viaje o maletas y así viajan a un nuevo destino.

Hace diez años que aumentan de forma progresiva en todo el mundo. También en la clase ‘business’ y hoteles de lujo

Las chinches son una pesadilla por su rápida reproducción y su resistencia (aguantan hasta un año sin comer). Se han convertido en un problema. Su presencia cayó tras la Segunda Guerra Mundial, pero «hace diez años esta ha aumentado de una manera progresiva. Y no está ligada a la limpieza: puede haberlas en hoteles de lujo o en la clase business de los aviones», cuenta Jacinto Díez, portavoz de Rentokil, empresa dedicada a su extinción. Las chinches han resurgido con el cambio climático, el transporte de mercancías y el turismo global, sobre todo con la oferta turística privada. «Los hoteles practican un protocolo de detección temprana», cuenta Díez. Cuando los particulares las detectan porque amanecen sembrados de picaduras, la plaga ya está allí bien afianzada.

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