Nacido en Móstoles en 1979, es uno de los actores españoles más laureados. Raúl Arévalo tiene tres premios de la Unión de Actores y un Fotograma de Plata como mejor actor de televisión. Por Virginia Drake

Con la película Gordos, obtuvo en 2009 su primer Goya, como mejor actor de reparto; y se estrenó como director con Tarde para la ira (2016), por la que logró un Goya al mejor guion y otro al mejor director novel. Del 11 al 15 de julio interpretará a Nerón en Mérida.

Raúl Arévalo protagoniza: ‘Nerón: poder, locura y arte’

XL. ¿Es la primera vez que va al festival?

R.A. He ido como espectador, pero es la primera vez que hago teatro allí y me hace mucha ilusión. Además, tengo familia en Mérida y podré estar con ellos.

XL. Muchos actores han trabajado de camareros; pero lo suyo era distinto: su padre era el dueño del establecimiento.

R.A. Mis padres y mis tíos siempre se han dedicado a la hostelería y yo me he criado en bares. Yo empecé a trabajar allí a los 16 años, hasta que me fueron saliendo cosas de actor. En el restaurante se formaba una mezcolanza curiosa, porque entraba gente de todo tipo: lo mismo aparecía un fontanero que un abogado o un ingeniero. Me gustaba hablar con ellos, era como tomar un poco el pulso a la sociedad. El debate de la nación empezaba a las diez de la mañana con el café y mi padre me regañaba porque discutía con los clientes.

«No puedo controlar la tristeza»

XL. ¿Era un ‘broncas’?

R.A. No, al contrario. Me gusta hablar de política, pero yo era un ‘bienqueda’ que ponía mucha energía en ser simpático. Ahora digo lo que me parece; porque es muy cansado caer siempre bien a todo el mundo. Ya soy más sincero, aunque en este país te cogen manía cuando te manifiestas políticamente.

XL. Ha dicho: «Transito entre la ira, la rabia y la tristeza».

R.A. La ira y la rabia intento controlarlas, pero la tristeza es inevitable; porque, cuando veo la situación política que tenemos, tiendo a lo negativo y transito hacia el bajón. Pero luego reacciono rápido, remonto y me agarro a un clavo ardiendo.

XL. ¿Las dos Españas las marca ahora el independentismo?

R.A. Esto es un lío y ya no sé qué es nadie. La derecha sigue clara, pero yo ya no sé qué es la izquierda. Los independentistas sacarán más votos; los españolistas también; Podemos aumentará a costa del PSOE; y Ciudadanos le quitará votos del PP. Los que no se polaricen no sacarán tantas papeletas y todo acarreará una mayor crispación en la calle y más odio; pero en el fondo nada cambiará, solo aumentará la crispación.

XL. ¿Es verdad que acude con frecuencia a terapia?

R.A. Sí; no para descargar presión por los personajes que interpreto, es que me viene muy bien para centrar mi vida en general.

XL. Empezó a estudiar Historia…

R.A. Pero lo dejé y preferí formarme como actor. Tengo compañeros que han estudiado carreras, que han hecho másteres ‘reales’ y han llegado a la actuación por otro camino. Yo lo único que sé hacer es actuar y eso que, de pequeño, era supertímido y no me gustaba el teatro.

XL. En Mérida le ha tocado hacer de malo, eso que tanto gusta a los actores.

R.A. Es más divertido hacer de malo que de bueno.

XL. Pero Nerón fue un tirano que acabó con la vida de sus dos mujeres, de su madre, de su hermano…

R.A. Es un personaje lleno de matices; una persona complicada, sí [ríe].

XL. Tiene 38 años y ya le han concedido tres premios Goya y otros tres de la Unión de Actores… ¡No le va mal!

R.A. No me quejo nada, he tenido mucha suerte estos últimos años. Pero esta es una carrera de altibajos y me preparo para cuando lleguen las ‘vacas flacas’.

XL. ¿Tiene los Goya en el salón?

R.A. No, los tres los tiene mi madre.

XL. ¿Sigue siendo muy futbolero y merengue?

R.A. Sí, aunque muy a mi pesar a veces. Soy del Real Madrid, pero anti-Florentino Pérez y pro-Zidane. En la vida puedes cambiar de mujer y de partido político, pero no de equipo de fútbol.

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