Se anuncia duelo antológico. Najwa Nimri, como inquietante villana embarazada; y Álvaro Morte, de nuevo metido en la maquiavélica mente de El Profesor en la serie de televisión ‘La casa de papel’. Esta pareja dará mucho que hablar, pero primero que hablen ellos… Con ‘XLSemanal’. Por Fernando Goitia / Foto: Pedro Walter

XL. La casa de papel es la serie de habla no inglesa más vista en Netflix. ¿Sienten presión por estar a la altura con la nueva temporada?

Álvaro. A la altura, no, más arriba [se ríen]. Reabrir algo que quedó tan bien empaquetadito era un riesgo, pero el espíritu, más bien, es: «Si ya hicimos dos temporadas, ¿por qué no vamos a poder hacerlo de nuevo? Y más a lo bestia todavía». Era la única forma de no decepcionar a los fans.

XL. ¿Conocen ya el final?

Álvaro. Muy por encima. Los guiones llegan capítulo a capítulo, y te sorprendes de lo que hace tu personaje. Me gusta trabajar así, sin saber qué va a pasar. La responsabilidad de un actor es dar vida a lo que te escriben, sea lo que sea. No me perturba no saber qué va a pasar.

«Somos La Resistencia, el pequeño que puede con el grande. El mundo entero se ha identificado con eso». Alvaro Morte

XL. Algo que impresiona es el impacto mundial de la iconografía de la serie. Son un símbolo antisistema…

Najwa. Sí, es perfecto todo eso del mono rojo, la careta de Dalí tipo Anonymous y, además, cantando O bella ciao…

Álvaro. A mí me puso los pelos de punta ver a unos inmigrantes rescatados en el Mediterráneo por Proactiva Open Arms, que al sentirse a salvo en el barco empezaron a cantar O bella ciao… O esa gente con los monos rojos en protestas por todo el mundo. Eso sí que me parece importante. Somos La Resistencia, el pequeño que puede con el grande. Nosotros mostramos un mundo en el que eso es posible y todos se identifican con eso. Sientes que has dado cierto halo de esperanza a muchas personas. Es algo único.

XL. ¿La iconografía fue un factor determinante de su éxito?

Najwa: Totalmente. Sin ella el mensaje maravilla que intentan dar no hubiera calado igual, así es más directo. Y lo tenían claro desde Vis a vis, ojo, con los monos amarillos. Estos cabrones ya pensaban en la fuerza del color.

XL. ¿Cómo recibió usted la noticia de que venía a la serie?

Najwa. Yo hice Vis a vis con esta misma productora, Vancouver, y cuando supe que harían más La casa de papel quise unirme al zafarrancho porque Álex Pina y su gente son quienes están poniendo la televisión en España patas arriba. Aquí se trabaja con alegría y energía, hay un pandilleo maravilloso entre personas que la han reventado tras pasar toda la vida picando piedra, y formar parte de ello me hace terriblemente feliz.

Álvaro: Sí, les mueve la pasión de hacer siempre el trabajo lo mejor posible. Hasta que el plano no queda perfecto no nos vamos a casa, pero el nivel de implicación es tan grande que no hay pegas.

alvaro morte y najwa nimri, la casa de papel

XL. Lleva más de 20 años haciendo cine y música, pero nunca hizo tele. ¿Quién rechazaba a quién?

Najwa. Yo siempre dije no, incluso en situaciones precarias de dinero. Y, al final, caí. Mira qué estudio, qué decorados; y en el plató de al lado están con otra serie. Se están creando puestos de trabajo. Esto está pasando ahora, ¡y estoy dentro! Es algo inédito. La gente que llega ahora a la profesión no entiende que vivimos algo inédito. Yo llevo en esto desde los 90 y he entrado en la tele cuando ha empezado a explotar y ha sido como: ¡guauuu! La casa de papel ha sido el gran detonante. Solo nos queda aprovecharlo y trabajar a destajo.

XL. ¿Qué la hizo ‘ceder’, entonces?

Najwa: Es el momento vital en que te pilla. Yo andaba en modo búsqueda, queriendo fabricar algún personaje después de seis años sin trabajar en el audiovisual. Giraba con la banda, sin pensar en interpretar, hasta que cambié de representante y surgió Vis a vis. Hablé con Álex Pina, me contó lo de la cárcel de mujeres muy cañera, lo de hacer de una villana de origen árabe, vi el decorado y dije: «Guau, sí, sí, lo que queráis». Y ahí me metí, construyendo poco a poco a ese monstruo llamado Zulema. Y ahora estoy justo donde quiero estar, viviendo este movidón.

«Siempre dije que no a la tele, incluso en situaciones precarias. Pero, al final, caí. Y estoy feliz». Najwa Nimri

XL. Y usted, Álvaro, ¿dónde estaba antes de esta movida?

Álvaro. Yo llevaba dos años trabajando en Puente Viejo.

Najwa. ¡Ah, sí! La veré.

Álvaro: No, por favor [se ríen]. Me alegro mucho de haber pasado por ahí, se aprende mucho, pero necesitaba seguir adelante. Mis dos hijos nacieron justo cuando empecé la serie y los compañeros me decían: «Estás loco, con dos pequeños. ¡Si no hay trabajo!». Pero aposté. Avisé con tiempo de que me iba y cinco días antes de irme hice el primer casting para La casa de papel. Pasé dos meses y medio haciendo pruebas hasta que dijeron: «Bueno, venga que lo haga este tío, pesados» [carcajadas].

Najwa: Pues mira, me arriesgo a decir que el Profesor no estaba dibujado así desde el principio y que tú presencia cambió las cosas. Es lo que pasó con Zulema en Vis a vis. Álvaro se lo ha ganado, ha hecho algo que ha enganchado con todo el planeta. Se siente. El público te ha elegido, tío.

Álvaro: [Sonríe]. Sí, bueno, es verdad que el personaje cambió. El profesor, por ejemplo, tiene partes en las que te puedes descojonar que no estaban en el guion. Lo fuimos aligerando y la gente se rio con este tío tan críptico y tan nerd.

XL. Me decía Álex Pina que buscaban un actor con quién la gente pudiera empatizar pese a ser un criminal. Usted…

Najwa: Es que esto es la venganza de los nerds. Por fin ves a un empollón en primer plano. Es un personaje que no se había visto. El supuesto perfil bajo convertido en el rey de la pista. Y todo el mundo hizo clac. ¿Recuerdas cuando salió de payaso y empezó a improvisar en la furgoneta? Piensas que es un psicópata que va a matar a la vieja, que la va a hacer de todo…

Álvaro: Por eso Álex me llamó para El embarcadero, donde también necesitaban blanquear un personaje que le pone los cuernos a su mujer y tiene un lado muy oscuro. Mi trabajo es evitar que el espectador lo condene, que consiga entenderlo y se ponga en su lugar. De hecho, pensaba que las mujeres me iban a odiar y, para mi sorpresa: «No sabes cómo te comprendo» [carcajadas]. Tengo esa capacidad para blanquear villanos.

XL. El actor dentífrico…

Álvaro: Podría ser muy útil para blanquear otras cosas a ciertos políticos y empresarios [Se ríe].

XL. Sus personajes no se ven en escena, solo hablan por teléfono. ¿Cómo lo hacen al rodar en platós diferentes?

Álvaro. Sí, mis conversaciones telefónicas con Alicia Sierra, el personaje de Nawja, las tengo, en realidad, con otras personas. Ellos me dan la réplica, lo mejor que pueden, y yo intento imaginar que al otro lado de la línea está Najwa defendiendo su texto.

Najwa. Pero nunca estoy. Ni él para mí, claro. Hay uno que me da la réplica fatal [se ríen]. Y cuando el texto es largo, hacen: bla, bla, bla…

Álvaro: ¿En serio?

Najwa: Tal cual. Y es extraño, porque esos diálogos contigo y mis reacciones son clave para construir este personaje… Estoy construyendo un ser que no es una inspectora de Policía al uso, es una no creyente…

XL. ¿Y hasta aquí puede leer…?

Najwa: A ver, soy Policía, que son los malos en esta serie, y mi único objetivo es que Río confiese para llegar hasta el líder de todo esto, la mente: el Profesor. Yo soy su mayor amenaza. Estoy construyendo algo entre Terminator y Colombo [carcajadas de Álvaro], un personaje que todo el rato creas que puede caer… Es una chapucera, improvisa sin parar y no respeta la autoridad ni tiene presente la moral ni nada establecido. No piensa en perder o ganar, sólo quiere seguir combatiendo, porque si no se tiene que ir a casa a doblar calcetines y a hacer un cuarto para su bebé, que lo siente lejísimos pese a tener un bombo impresionante. A veces siente una patada, pero no está en contacto con su cuerpo. Sólo quiere jugar por jugar. Ese es su lema. Es una nihilista.

Álvaro: Y se enfrenta a un humanista: El Profesor.

XL. En el atraco anterior, la inspectora y El Profesor se enamoran. ¿También habrá violines ahora?

Álvaro. A ver, la gran diferencia es que en el primer golpe yo lo sabía todo sobre la inspectora Murillo, y la seduzco porque conozco sus puntos débiles. Ahora no sé nada de Alicia Sierra. No he tenido tiempo para investigar.

Najwa. Muy pocos conocen la verdad sobre Alicia Sierra… Tiene un adversario de talla descomunal y eso le pone muchísimo, porque sabe que hay juego. Y tiene la mejor mano de su vida. Su influencia en la trama es determinante.

Álvaro: Es imprevisible, nunca sigue un patrón, y eso lo desestabiliza todo. Así que vemos a mi personaje en una faceta muy distinta; ya no tiene todo bajo control, y eso lo hace todo más interesante.

XL. ¿Les pilló por sorpresa el regreso de la serie?

Álvaro. Todos sabíamos que era probable en cuanto se estrenó en Netflix y empezó toda la locura de los fans en todo el mundo y en las redes. Lo comentamos en el grupo de WhatsApp del equipo: «Chicos, ¿estáis viendo esto? ¿No alucináis?».

Najwa: Era evidente que volveríais. Se hace lo que el público demanda.

Álvaro:  Pero es que se nos repitió mucho que era una historia cerrada, dijera lo que dijera Antena 3. Igual por eso nos pusimos tan a fuego y surgió esa energía: «Nos hemos pasado de vueltas, pero ¡como mola!».

XL. ¿Querían más?

Álvaro. Sí, sí, yo tuve una sensación de duelo tremenda. Hay relaciones muy especiales en tu vida y esta fue algo único. El Profesor me dio escenas dramáticas, cómicas, acción, poder trabajar con gente estupenda y fue muy duro decir: «Olvídate para siempre de este tío».

XL. ¿Les da miedo que el fenómeno fan se multiplique?

Najwa. A mí ya me pasa un poco con Zulema, pero no quiero imaginar lo que me pasará con esto. Me acuerdo de Alba Flores, compañera en Vis a vis, que sus seguidores en Instagram subían de medio millón en medio millón.

Álvaro. Sí, fue loquísimo. Y las marcas llamándote para promocionar sus productos… Ya no somos anónimos en ningún sitio.

Najwa: Yo tuve picos de fama heavies más jovencita, con Los amantes del círculo polar, Lucía y el sexo y otras películas, pero es que ahora los fans tienen 20 años menos que yo. Y siendo chica es raro… En fin, tampoco es mi día a día, el alma la pongo en el trabajo. De todos modos, soy una experta del transformismo: me pinto el pelo, los ojos, la boca, me cambio no sé qué y no me conoce ni mi madre. Él lo tiene más complicado.

Álvaro: A mí me han seguido por la calle con gorra y gafas de sol.

Najwa: Con Alba Flores, por ejemplo, yo no puedo caminar por la calle.

Álvaro: Yo estoy esperando al invierno para llevar a los enanos a Eurodisney y poder llevar bufanda y gorro para pasar desapercibido [carcajadas].

XL. ¿Recuerdan su primera actuación?

Najwa: Recuerdo mi primer bolo, que es mucho peor que mi primera actuación. ¡Qué catástrofe! De hecho, la hubiéramos reventado con No blood, el primer disco, pero pasé seis años, tres álbumes, sin tocar en directo por miedo escénico.

XL. ¿Qué le pasó?

Najwa: No sé, yo no pensaba hacerme famosa con la música y cuando vi que llegaba a tanta gente se me fue a la mierda mi refugio. No quería tocar en directo, pero tuve que hacer una presentación para gente del bussines en la Sala Caracol por obligación. Gente enrolladísima, modernos, drogadictos, majísimos, pero yo era una pipiola. ¡Un terror! Allí quieta, balbuceando. Pobrecita. Disfruto mucho más de estar en un set que en un escenario.

XL. ¿Y su primera actuación, Álvaro?

Álvaro: Yo ni siquiera me vestí de pastorcito en el colegio. De hecho, estaba estudiando telecomunicaciones y, por circunstancias de la vida, hice unas pruebas para arte dramático en la escuela de Córdoba; antes de que salieran los resultados un profesor del jurado me dijo: «Tengo un papel para ti en El Tenorio». Me quedé… Hice el papel del escultor, que arranca con un monólogo, justo después del intermedio, y luego tiene otra escena con Don Juan. Fue una cosa muy tensa en el Palacio de la Merced de Córdoba, de estancia en estancia y con el público siguiendo a los actores. Bueno, pues justo cuando me iba a tocar se puso a diluviar. Lo hice todo súper nervioso, y al acabar mis escenas me fui al patio, solo, ya no llovía, estaba oscuro, la función seguía por ahí. Me senté en una silla y me puse a llorar. Toda la tensión empezó a salirme por los ojos, por la garganta, por los poros… Levanté la vista, vi todo vacío y pensé: «¡Ya no puedo dejar esto! ¡No puedo!». Se me inyectó en las venas el virus de ser actor. Entendí algo. Bua, tío, imposible desengancharme.

XL. ¡Qué potente! ¿También tuvo un momento así, Najwa?

Najwa: Sí, con Lucía y el sexo. Ahí entendí una cosa definitiva sobre la interpretación.

XL. Para entonces ya tenía usted más de diez películas a sus espaldas…

Najwa: Me tocó muy tarde, es verdad, pero sentí esa sensación mágica que te abre ese canal que ya nunca se ha cerrado. Hasta aquel momento era una actriz regulera.

Álvaro: Es no tener miedo a que te pasen cosas. Y en la vida te cruzas con gente que también tiene esos canales abiertos, quizá otros, y es cuando surge la química, la magia, cuando vibras en la misma frecuencia que alguien desconocido. Sentí eso cuando grabamos la parte en que Pedro Alonso y yo cantamos O bella ciao; se podía masticar, lo sentías ahí delante. Aquella secuencia fue un viaje muy chulo.

XL. Díganme algo que, a su juicio, hoy esté sobrevalorado.

Najwa: La fama.

Álvaro. Sí, esa fama vacía, rápida. Me preocupa mucho ver a los chavales que dicen: «Quiero ser famoso». Y hay niños que suben fotos desnudos para tener más likes en las redes. Es preocupante. No debemos imponerles nada, pero sí darles herramientas.

Najwa: Yo veo a mi hijo de 14 años y tengo total esperanza. Él es mi commmunity manager. Lo controla todo. Tiene varias cuentas: en una no admite fans míos, en la otra tal… Para mí, el gran peligro es ese juego virtual de relacionarse con los demás a través de las máquinas. Necesitan una cultura de base que les permita entender el paradigma del mundo moderno donde todo está orientado al consumo. Claro que primero lo tienen que entender sus padres…

Álvaro: Es importante que levanten la mirada, que vean el mundo. Cuando vas en el tren, ya nadie mira por la ventana. El móvil es muy útil, pero nos atrofia la mente.

Najwa: Incluso en el set, yo nunca bajo con móvil, pero ves que todo el mundo lo lleva encima.

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