Con 95 años, y tras sufrir una caída y golpearse la cabeza, el que fuera el 39º presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, pasó una semana construyendo viviendas para necesitados. Por Fernando Goitia

«Nació para servir a los demás. Hasta el final». Sin ánimo de enterrarlo antes de tiempo, bien podría ser este el epitafio de Jimmy Carter. A sus 95 años, pese a romperse en mayo la cadera y sufrir en octubre una caída que le causó una herida en la cabeza -resuelta con 14 puntos de sutura- y el gran hematoma que se aprecia en esta foto, el 39.º presidente de Estados Unidos (1977-1981) no pierde su vocación solidaria. Hace semanas viajó a Nashville con su esposa, Rosalynn, de 92, para construir viviendas para personas necesitadas. Allí se pudo ver a la que fuera primera dama pintando paredes mientras su marido le daba al taladro o a la pistola de clavos junto con cientos de voluntarios.

Carter y su esposa llevan 36 años realizando tareas similares al frente de su propia ONG

La imagen, en todo caso, no sorprende a sus compatriotas, acostumbrados desde hace 36 años a ver a la pareja en acciones similares como parte del Carter Work Project, un programa de construcción de hogares asociado a la célebre ONG Hábitat para la Humanidad. El proyecto es parte del Centro Carter, la organización creada por el expresidente que, desde 1982, fiscaliza los derechos humanos, media en conflictos, monitorea elecciones o lucha por erradicar enfermedades infecciosas en países de todo el mundo.

Foto principal: el expresidente Jimmy Carter ayuda a construir una casa para personas sin recursos en Nashville.

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