Desde 2014, durante cuatro años y cada quince días David Gistau escribió en ‘XLSemanal’ sus artículos. El periodista nos ha dejado pero sus columnas quedarán siempre. Recopilamos algunas de las más emotivas de su sección Neutral Corner

Las rueditas traseras

11/01/2015 

Admito que las pruebas de ingreso en la edad adulta son menos exigentes que antaño. Nada que ver con la agogé espartana o con la imposición de la toga viril en el templo de Mars Ultor (Marte Vengadora) que Augusto construyó en su Foro luego de matar a todos los asesinos de su padre adoptivo (y no es casual que los romanos ungieran hombres a sus niños en un templo consagrado a la guerra que albergaba los estandartes sagrados). Si he de rescatar algún momento fronterizo entre edades de mi propia vida, lo primero que recuerdo es cuando me fueron retiradas las rueditas traseras de la bicicleta con un destornillador que en realidad me desacoplaba la certeza protectora de la infancia. Salinger habría podido escribir solo con eso uno de sus relatos de chicos abrumados por la expulsión del campo de centeno. La muerte de mi padre supuso tiempo después la expulsión definitiva. Habrá personas que hagan coincidir ese tránsito con el primer sexo. Para mí, fueron unas rueditas desatornilladas y una muerte. El primer sexo me pilló ya en general escéptico, y eso que no fui tan tardío.

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Alunizaje perfecto

28/06/2015

El otro día, un amigo me llevó a aparcar. Dicho así, no parece un plan fascinante. Y, en efecto, no lo es. Pero el hombre tenía un coche nuevo, lo quería enseñar, orgulloso como si lo hubiera fabricado él, y tuve que ponerme la chaqueta con lo a gusto que estaba y bajar en el ascensor con mi amigo, que iba ilusionado como si nos dirigiéramos a nuestra noche de bodas: «Ya verás, ya verás». Un poco más y me mete en el coche en brazos.

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Patrulla caminera

09/08/2015

Iba conduciendo el otro día cuando me echaron las luces. Ocurrió en una carretera comarcal del Cantábrico, oscurecida por el follaje de los árboles que conferían la sensación de atravesar un túnel. Una abundancia vegetal que me recordó la de ciertas carreteras francesas antiguas donde aún permanecen tiesas las arboledas que fueron plantadas para que los soldados de la Grande Armée marcharan a la sombra: quién habría dicho entonces que terminarían aliviando el calor a los de Hitler mientras marchaban en sentido inverso.

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El arquero poético

29/11/2015

Hace semanas, fui a ver un partido de fútbol disputado por chavales de seis o siete años. A pesar de la edad, compiten y tienen una vida que remeda la de los profesionales, con uniforme de campo y de calle, horarios estrictos, listas de convocatorias y derrotas que pesan varios días y que motivan charlas de introspección más profusas que las de muchos matrimonios en crisis. Cabe preguntarse si no existe demasiada presión, sobre todo cuando algunos padres parecen volcar sobre esos chicos la responsabilidad de vengar los fracasos de sus propios sueños infantiles: el partido de vuelta contra la vida que a veces juegan los hijos obligados a remontar, y del que ya he hablado. Pero, en realidad, y sin entrar en el moralismo de las pedagogías a las que se accede por el hecho de pertenecer a un equipo, deberse a compañeros y ampliar el territorio existencial más allá de la familia, lo cierto es que lo pasan bien y se sienten tan parecidos a los futbolistas profesionales que les imitan los gestos, los andares y los ritos de celebración de un gol.

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Teoría de la barba

07/08/2016

Hace muchos años que uso barba tupida, pelirroja y nórdica. Pelirroja cada vez menos, hay que admitirlo, porque un foco de canas que se fue propagando me hace evolucionar poco a poco de tener una barba como para arrojar troncos en los juegos gaélicos o vivir al otro lado del Muro de Juego de tronos a otra patriarcal y casi mosaica: pronto tendré que salir a la calle con un cayado y separar mares para no defraudar la expectación.

Lo malo de llevar barba durante todos estos años fue haber coincidido con un momento en que hacerlo fue tendencia de moda. He desperdiciado mucha energía y muchas explicaciones para aclarar un equívoco que durante este tiempo me persiguió con la insistencia de un cobrador del frac: me refiero a la maldición de haber ido por ahí pasando por un hipster. Como si yo tuviera una bicicleta plegable, parasitara wifi en Starbucks, usara sombrero Borsalino sobre un calculado desaliño indumentario y viera cine independiente tipo Sundance sobre hipsters con complejo de Peter Pan abandonados por una novia moderna. (Digo todo esto porque creo que es en lo que consiste ser hipster. Si no es así y lo que hacen los hipsters es conducir en banda motos de gran cilindrada, tocados con cascos con cuernos, para emborracharse, destrozar bares y pegarse con otros hipsters, entonces mis respetos y me apunto en cuanto alguien me diga dónde hay que firmar).

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Deporte ‘fashion’

17/04/2016

Mis hijos no idolatran a futbolistas de los que más pasiones inspiran, como CR7 o Messi. El mayor eligió a Modric porque es tocayo suyo (por Luca, no por Modric) y, partiendo de esa casualidad, su devoción alcanzó cotas tales que una vez le dije que había visto a Modric cruzando una calle y, siete horas después, me hizo ir a ese mismo semáforo por si acaso Modric seguía ahí: «Si fuera Isco, a lo mejor continuaría cruzando, pero Modric es rápido, decide y pasa, ya se habrá ido».

La idolatría del segundo tiene un origen más casual. Su futbolista es Kroos desde que lo llevé a la tienda del Bernabéu a comprarle una equipación y, al escoger nombre para estampárselo en la espalda, descubrimos que aún no tenía un favorito oficial y apenas disponía de unos segundos para tan trascendental decisión. La tomé yo después de averiguar que, al hacer el estampado, cobran por letras. Por lo cual no era cuestión de que empezara a idolatrar a un Jeremías de Guzmán y Biznagas, sino a un futbolista de nombre corto e incluso monosilábico. Kroos. A ti te mola Kroos. Y todavía le discutí al empleado si estaba seguro de que Kroos se escribía con dos oes, porque ello me costaría unos euros más. Mi tacañería ha sido la causante de una bella historia de admiración, de momento no recíproca, entre Kroos y mi hijo segundo, que me pregunta si está saliendo en la tele cada vez que la ve encendida, aunque estén dando el parte meteorológico.

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El concierto final

03/04/2016

Los devotos del rock de mi generación nos hemos pasado la juventud creyendo que cada concierto de una de las grandes bandas históricas constituía la última oportunidad de verla en directo. Llevamos así desde los años noventa, más o menos, cuando los grupos que no habían cumplido el requisito rockero de estrellarse en un avión en plena juventud -Lynyrd Skynyrd sí lo hizo- o de ahogarse con su propio vómito de esto hay tantos ejemplos que adjuntaré listado evidenciaban cierta resistencia a dar por terminada la juventud canalla en el país de Nunca Jamás donde los perpetuaba la música. Capitanes Garfio del riff. Siempre había otra última oportunidad para verlos, mientras nosotros nos casábamos con la misma música con la que habíamos perdido la virginidad. Bastantes años antes, aclaro. La misma música con la que seremos enterrados. Bastantes años después, vuelvo a aclarar.

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