La crisis del coronavirus ha desatado una ola de solidaridad sin precedentes. Durante el confinamiento los ciudadanos se las ingenian para poder aportar su granito de arena. Es el caso de este grupo de amigos que ha puesto en marcha una iniciativa para producir máscaras de protección que reparten en hospitales y residencias de la Tercera Edad. Por Carlos Manuel Sánchez

Cualquier granito de arena cuenta. Y si son 33.000, mejor. Porque es el momento de sumar. En este caso, 33.000 máscaras protectoras. Que son las que llevan hechas en apenas diez días y repartidas en hospitales y residencias de la Tercera Edad un grupo de amigos. Una de tantas iniciativas ciudadanas o empresariales, de compañeros de trabajo, de vecinos o de amigos de toda la vida, como en este caso, que mantienen el contacto en un grupo de WhatsApp y que aprovechan el confinamiento para hacer algo más que quedarse en casa, aunque quedarse ya es bastante. De manera totalmente altruista, poniendo un poco de su bolsillo y un mucho de su tiempo. Quince familias de Madrid. Como tantas otras familias de España que tiran de ingenio y de solidaridad cuando más falta hace.

Solidarios contra el coronavirus: amigos fabrican 35.000 máscaras protectoras para hospitales y residencias

«Se nos ocurrió viendo el telediario, cuando estaban hablando de la falta de medios de protección tan tremenda que tienen en hospitales y residencias, los profesionales que están en primera línea en la lucha contra el coronavirus. ¿Qué podemos hacer? ¿Cómo podemos echar una mano?, nos preguntábamos. Y hablando con la familia surgió la idea», explica José Navarro. «Tengo una empresa de máquinas y material de oficina. Y pensé en las portadas de acetato que se utilizan para encuadernar trabajos, fotocopias… Hace mucho tiempo que no las vendo, porque la demanda bajó muchísimo. Pero sigo teniendo contacto con la fábrica. Lo propuse en el grupo. Era rápido y sencillo. Una hoja de acetato, un par de agujeros con una taladradora de papel y le pasas una cinta… Fuimos perfeccionando la idea entre todos. Hablamos con una doctora que conocemos y que está en un hospital. Le preguntamos si creía que podían ser útiles, aunque no fuera material homologado. Nos dijo que sí, que cualquiera ayuda era poca en este momento, mientras llega el material profesional. Aunque nos señaló que, en lugar de pasar una cinta, era mejor una goma. Así no pierdes tiempo atándola. Te la quitas y te la pones en un momento, porque tienen tanta carga de trabajo que van a toda pastilla», relata.

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Y se pusieron manos a la obra. Compraron entre todos 50.000 hojas de acetato. El palé se descargó en la oficina de Navarro, que las repartió entre el grupo de amigos. Por Internet compraron las gomas. Y cada familia dedica unas horas al día a hacer máscaras. Artesanía de supervivencia. «Es bonito ver cómo se implican tus hijos, cómo todos acaban colaborando, incluso los más remolones».

Y empezaron a distribuirlas. «Residencias de ancianos, un centro de discapacitados psíquicos donde la encargada nos recibió llorando, con una servilleta en la boca, porque no tenían nada. Incluso hospitales como el Gregorio Marañón, Princesa, Infanta Leonor, San Rafael… También en el hospital de campaña del Ifema. Ya no servimos a hospitales, porque les está llegando material homologado, pero esos días les vino muy bien», cuenta Navarro. «También hemos colaborado con una asociación que fábrica máscaras más sofisticadas, con visera, mediante impresoras 3D, y que se había quedado sin material plástico.. Nosotros se lo suministramos. Lo importante es la rapidez. Y tener una buena red de contactos y buena voluntad agiliza mucho las cosas».

Iniciativas como esta se suceden por toda la geografía española. Farmacias donde se pueden donar las máscaras de buceo del Decathlon (una idea que llegó de Italia). Y que están siendo reconvertidas mediante una adaptador casero como mascarillas de oxígeno de alto flujo para pacientes. No sustituyen a un respirador, pero son un escalón intermedio entre este aparato y las mascarillas con reservorio (una bolsa acoplada). O material sanitario creado por el movimiento ‘maker’, que se basa sus principios en el hágalo usted mismo. Hay unos 15.000 voluntarios fabricando viseras, gafas o mascarillas, muchas veces en colaboración con empresas que les suministran el material de manera gratuita y transportistas que lo distribuyen.

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Y todo esto está sucediendo en un momento de debate y, también, de desconcierto, no solo en España, sino a nivel mundial, sobre la eficacia de las mascarillas, caseras u homologadas, como medida de protección y para contener el coronavirus.  Sanidad recomienda ahora su uso generalizado para evitar el contagio, después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) haya modificado su criterio. Un portavoz de esta institución indicó que, aunque las mascarillas homologadas deben destinarse de manera prioritaria a los profesionales, podría ser aconsejable que el resto de la población utilizara mascarillas de elaboración casera o, en su defecto, cualquier tipo de elemento que cubra la boca para reducir la expansión del coronavirus. El organismo advierte, no obstante, que solo son efectivas cuando se combinan con la limpieza frecuente de manos con un desinfectante a base de alcohol, o con agua y jabón, antes y después de su uso. Hasta ahora, la OMS y los países occidentales, en general, eran más reticentes, e incluso escépticos sobre su utilidad, mientras que en muchos países de Asia las mascarillas ya eran, antes de la pandemia, casi una prenda de vestir más, sobre todo en invierno. Y son estos países, precisamente, los que mejor están conteniendo al virus.

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