Este jurista cordobés de 69 años afronta el reto de presidir la Real Academia Española (RAE) en pleno debate sobre el género en la lengua española. Su mayor desafío, sin embargo, es sanear las cuentas de la entidad. Por Virginia Drake / Fotos: Carlos Carrión

Es catedrático de Derecho Administrativo, experto en Derecho Constitucional, miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, posee los premios nacionales de Ensayo e Historia y es autor, entre otros, de Informe sobre España (2012), Cataluña y las demás Españas (2014) y Vieja y nueva Constitución (2016). Presidió el despacho Muñoz Machado Abogados y la Editorial Lustel. En 2013 fue elegido académico y ocupó el sillón ‘r’, que dejó vacante Antonio Mingote. Dos años después se convirtió en secretario de la RAE y el pasado diciembre, en su director. Recibe a XLSemanal en su despacho de la Academia con mucha cordialidad y sin boato alguno, pese al barroquismo y solemnidad que lo rodea.

XLSemanal. ¿Estamos ante la ‘dictadura’ de lo políticamente correcto?

Santiago Muñoz Machado. A la RAE eso no le importa. Para la Academia, lo políticamente correcto es lo que ella dice.

XL. ¿Nos quedamos con que la Academia «fija, limpia y da esplendor»?

S.M.M. Eso ya no se lleva. Lo que realmente nos preocupa es la unidad de la lengua. Bueno, hay quien dice de broma que algunos de nosotros fijan, otros limpian y otros dan esplendor, dependiendo del tipo de académico que sea (sonríe).

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El Fichero General de la RAE consta de más de diez millones de papeletas, ordenadas alfabéticamente en gavetas que contienen, cada una, cerca de dos mil cédulas

XL. ¿Hay camarillas en la Academia?

S.M.M. ‘Camarillas’ quizá no sea la palabra, aunque sí son apreciables adhesiones más firmes de unos y de otros. Por encima de eso, somos un grupo de amigos metidos en una habitación para hablar. Entre nosotros prevalece un sentido de la amistad, aunque alguna vez discutamos o choquemos, cada uno con su estilo. unos agriamente y otros con simpatía. [Su antecesor, Darío Villanueva, ha declarado que. «En la Academia hay mucha malignidad cordial»].

XL. Se ha dado un año para sanear la economía de la RAE, que con un presupuesto de 7,5 millones tiene una deuda de casi 2. ¿Cómo lo va a hacer?

S.M.M. He empezado a reunirme con el Gobierno para contarles nuestros problemas y proponer un pacto de Estado alrededor de la Academia y ver hasta dónde pueden ampararnos los recursos públicos. También con empresarios para preguntarles en qué medida pueden ayudar y patrocinar.

«En la RAE, el que paga no manda nada. Aquí ni manda el Estado ni mandan las empresas que nos apoyan en algún momento»

 

XL. Ha dicho: «El Gobierno anterior no ha sido sensible a la cultura».

S.M.M. Quise decir que no ha sido sensible «a la RAE», porque el Gobierno anterior no le hizo ni caso.

XL. ¿Qué tipo de atención esperaban?

S.M.M. Nuestra queja partió de la reducción drástica de la partida presupuestaria que nos asignaban. Hemos tenido ayudas de hasta seis millones cada año y nos la dejaron en 1,6 millones, lo que ha hecho que gastáramos los ahorros. De lo contrario, hubiéramos tenido que reestructurar de modo radical esta casa. No la hubiéramos podido sostener.

XL. La RAE tiene 85 empleados y los 46 académicos cobran una dieta de 140 euros por asistir los jueves al pleno…

S.M.M. Estamos conformes con lo que nos dan, pero, respecto a los trabajadores, no pienso reducir esos puestos de trabajo y voy a luchar por ellos.

XL. ¿La independencia de la que presume la RAE podría verse afectada por aquello de que «el que paga manda»?

S.M.M. En la RAE, el que paga no manda nada. Aquí ni manda el Estado ni mandan las empresas que nos apoyen en algún momento.

XL. ¿Le van a dar dinero sin ‘opinar’?

S.M.M. Sí, porque es una condición sine qua non: aceptamos esa relación en la medida en que nadie quiera meter la mano ni darnos instrucciones.

XL. ¿Les dice eso a los empresarios?

S.M.M. Sí, y me hacen un gesto como si fuera natural. Nadie lo ha pretendido y, si lo pretendieran, tendrían en contra a la Academia entera. Para esta casa vale mucho la independencia. Preferimos morir antes que entregar esa bandera.

«Algunos grandes escritores me ponen mensajes por WhatsApp y se comen letras. Me ponen ‘que’ solo con ‘q’. Y me sorprende»

XL. Para hablar de la financiación, la ministra Carmen Calvo le ha pedido un informe sobre el lenguaje inclusivo. ¿Dado el interés del Gobierno en estas cuestiones, puede la orientación de este informe condicionar la ayuda del Estado?

S.M.M. ¡No se atreven a hacerlo! En ningún momento me he sentido yo presionado y sería una pretensión vana, ya que no soy yo el autor del informe ni el que va a decidir su contenido.

XL. Este informe ha sido encargado a cuatro ponentes, y algunos académicos ya se han pronunciado. ¿Puede avanzarnos qué criterio está predominando?

S.M.M. No, porque el informe lo tiene que aprobar el pleno. Y, casi seguro, dedicaremos más de una sesión a su debate.

XL. Ha dicho que la RAE «no está cerrada a la apertura del lenguaje inclusivo, siempre que las aperturas sean razonables, no lesionen el idioma, no cambien el uso normal de la lengua y mantengan la belleza y economía».

S.M.M. En la Academia fijamos el uso del lenguaje con la información que nos llega. Ni nos inventamos la manera de hablar ni la imponemos.

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Biblioteca

XL. Ciudadanos y ciudadanas, jueces y juezas, vascos y vascas… ¿Este ‘dobletismo’ de género mantiene la belleza y la economía de la lengua?

S.M.M. Si se generaliza, deberá tener algún reflejo en los libros de la Academia. Lo contrario sería ponerse de espaldas al lenguaje común. Lo que hace la RAE es advertir que esas formas no son acordes con su normativa. Pero la lengua no se puede imponer ni cambiar por decreto. Y la RAE no se puede poner de espaldas al lenguaje.

XL. ¿Si se dan patadas al diccionario, aprueban esa forma de hablar simplemente porque la gente la usa? Pienso en ‘almóndiga’, ‘toballa’, ‘vagamundo’… 

S.M.M. La Academia vela por el uso correcto de la lengua, pero, si todo el mundo habla de una determinada manera, tendrá que aceptarlo… e incluirlo en el diccionario.

XL. ¿Aprueban ciertos usos ‘con la nariz tapada’?

S.M.M. A veces se consienten cosas sin compartirlas, sí; pero esto es la vida misma. Maura decía que la lengua es lo que está en los labios del pueblo.

XL. ¿Cuando escribe a sus hijos un mensaje en el móvil, lo hace sin comerse letras ni acentos?

S.M.M. Sí, en el móvil escribo igual que cuando escribo una carta. Soy muy clásico [sonríe]. Pero reconozco que algunos grandes escritores me ponen mensajes por WhatsApp y ellos sí se comen letras y me ponen ‘que’ solo con ‘q’. Y me sorprende.

XL. En 2014, cuando Mariano Rajoy presidía el Gobierno, la RAE suprimió del diccionario dos acepciones de la palabra ‘gallego’: la de ‘tonto’ (uso frecuente en Costa Rica) y la de ‘tartamudo’ (de procedencia salvadoreña). ¿Alguna coincidencia en el tiempo?

S.M.M. ¡Jajaja! Ni siquiera sabía que ‘gallego’ hubiese tenido esa acepción. Con frecuencia hay gente que se molesta porque haya en el diccionario acepciones que le son incómodas o incluso que tiene por insultantes. Con nosotros se enfadan mucho los jesuitas porque hay una acepción de ‘jesuita’ que es ‘ladino’ [sonríe]. Nosotros no podemos quitar acepciones que se siguen usando porque estaríamos traicionando a la lengua.

«Los académicos son gente inteligente, y la gente inteligente no suele ser reaccionaria; pensar que la RAE es retrógrada es una simpleza»

XL. Mójese: ¿a la ropa que usa un deportista, usted la llama ‘equipación’?

S.M.M. No, pero respeto que la llamen así en los países latinoamericanos. Todas esas palabras están en el diccionario propuestas por ellos. El español ya no es el de Castilla, también es el de Argentina, Chile, México…

XL. Y si viaja a Fuenterrabía o a San Sebastián, ¿dice que va a Donosti o a Hondarribia?

S.M.M. No. Yo sigo utilizando las denominaciones en castellano.

XL. Sin embargo, parece que hemos normalizado el decir ‘Lleida’ o ‘Girona’.

S.M.M. Yo sigo diciendo Lérida y Gerona cuando hablo en castellano, y tampoco digo ‘A Coruña’. Esas denominaciones son naturales para quienes usan las otras lenguas territoriales españolas.

XL. Decía Juan Valera que «las mujeres tienen otros destinos más importantes que cumplir en la vida que ser académicas»…

S.M.M. Eso es parte de la historia negra de la RAE. Es una barbaridad, la diga Agamenón o su porquero.

XL. Si le muestro un texto, ¿sabría decirme si lo ha escrito un hombre o una mujer?

S.M.M. No.

XL. ¿Cuántas mujeres hay en la RAE?

S.M.M. Ocho. Y dice todo el mundo que son pocas.

XL. De un total de 46 miembros, el 83 por ciento son hombres…

S.M.M. Sí, mucha gente se queja del desequilibrio y comparto esa queja. Hay muchas escritoras que merecerían estar aquí. Cada vez que queda libre una plaza hay una cierta voluntad, patente en el pleno, de ir remediando poco a poco esa desigualdad.

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Sala de pastas

XL. La media de edad es alta, ¿no se plantean marcar una edad de jubilación?

S.M.M. No. Los cargos académicos son vitalicios porque son un honor que reciben algunas personas por su singular trayectoria profesional. Y son vitalicios porque no hay ninguna manera de organizar una institución como esta cesando a las personas cuando cumplen… ¿qué edad? ¿Qué circunstancias tienen que concurrir para que uno deje la Academia?

XL. Cuestiones de salud, de asistencia…

S.M.M. ¿Y quién hace esa clasificación? Aquí tenemos nonagenarios extraordinarios con buena lucidez y tenemos gente más joven como yo que, a lo mejor, no somos tan lúcidos.

XL. ¿Un cierto rejuvenecimiento de la RAE no la acercaría más a la sociedad?

S.M.M. Los académicos son gente inteligente, y la gente inteligente no suele ser reaccionaria. Pensar que la RAE es retrógrada es radicalmente injusto y proviene de una simpleza de quienes no han visto aceptadas sus propuestas en un determinado momento.

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