Gobernó España seis años y medio, hasta convertirse en el primer presidente destituido por una moción de censura. Año y medio después publica ‘Una España mejor’, crónica personal de sus años en la Moncloa. La crisis, la amenaza de rescate, la sucesión en la Corona, Cataluña, la corrupción, su destitución… De todo ello habla, en exclusiva, para ‘XLSemanal’. Por Virginia Drake/ Fotografía: Antón Goiri

Mariano Rajoy publica esta semana su segunda biografía política, Una España mejor (Plaza & Janés), con la satisfacción del deber cumplido: «Haber dejado una España mucho mejor de la que encontré». Y lo hace con la intención de no molestar a nadie ni levantar ampollas. Pese a su ejercitada memoria de opositor, olvida nombres, conspiraciones y felonías. Sus desleales pueden estar tranquilos, no hay ajuste de cuentas ni secretos desvelados en este relato de lo acontecido, desde que en 2011 lograra teñir de azul intenso el mapa político de nuestro país, hasta que una inesperada moción de censura lo devolviera, hace un año y medio, a su profesión como registrador de la Propiedad en Santa Pola. Recibe a XLSemanal en el discreto y funcional despacho que ahora ocupa en el Registro Mercantil de Madrid. Sigue siendo el inalterable hombre de pasión fría, amable, cercano y socarrón. Ya no fuma puros y se ha vuelto más escurridizo y cauto si cabe.

Mariano Rajoy. Esta es la primera entrevista que hago desde hace un siglo [sonríe].

XLSemanal. ¿Le ha costado estar callado?

M.R. No, en absoluto. Nunca fui partidario de hablar demasiado.

XL. Eso no se lo discute nadie [risas], pero, dígame, ¿cómo se ven las elecciones desde casa?

M.R. Con más tranquilidad, siempre quiero que ganen los míos e intuyo que van a seguir creciendo.

Mariano Rajoy: "¿Qué promesas no cumplí?" 7

«No soy un jarrón chino». Tengo muchísima actividad y procuro no molestar», dice Rajoy aludiendo a la famosa frase de Felipe González, para quien los expresidentes, dijo, son como jarrones chinos en apartamentos pequeños: todos les suponen un gran valor, pero nadie sabe dónde ponerlos.

XL. De momento, Pedro Sánchez ha anunciado un «verdadero Gobierno progresista». ¿Ve posible la gobernabilidad del país?

M.R. No sé lo que es un Gobierno progresista. El que tuvimos en España en el último año fue incapaz de aprobar los presupuestos y de hacer ninguna reforma económica. Pedro Sánchez debería intentar formar un Gobierno eficaz, que es lo que demandan todos los españoles.

XL. Albert Rivera ha dicho que deja la política porque ahora le toca ser feliz. ¿Usted lo fue?

M.R. Sí, de otra manera no hubiera estado tanto tiempo en política. Fui muy feliz la noche que ganamos las elecciones de 2011, luego las cosas se pusieron muy difíciles. En Moncloa he tenido momentos muy buenos y momentos muy malos, pero eso le ocurre a cualquiera en todas las facetas de la vida.

XL. ¿Le costó adaptarse a su nueva situación fuera de la política?

M.R. La verdad es que me fue fácil. Tomé la decisión más razonable, abandoné el escaño, convoqué un congreso, se celebró y luego me incorporé a mi trabajo.

XL. Del que ya poco sabría, porque apenas ejerció como registrador.

M.R. ¿Cómo que sabía poco? Es verdad que tuve que actualizarme, pero no me ha costado mucho porque siempre he conocido la realidad y soy muy positivo.

XL. Su padre vivió con usted en Moncloa sus últimos años.

M.R. Sí, y fue una de las mayores satisfacciones de mi vida. Al principio quería vivir en Pontevedra, pero luego se dio cuenta de que no tenía mucho sentido y vivió conmigo prácticamente hasta el final. Desgraciadamente falleció cinco meses después de que abandonásemos Moncloa. Pero, en fin, lo hizo ya con una edad, 97 años largos, y creo que sus últimos años fueron felices.

XL. ¿Sus hijos entendieron lo que pasó el 1 junio de 2018?

M.R. Mi hijo Mariano tenía 19 años. A esa edad uno ya es consciente de lo que está ocurriendo y sabía que había una moción de censura. Mi hijo Juan tenía 13 años y yo le dije que dentro de unos días nos iríamos para casa.

XL. Casa que no llegó a cerrar porque, según cuenta, en ella se celebraron algunas reuniones secretas.

M.R. En alguna ocasión hubo que usarla, sí.

XL. ¿Se reunió allí con Angela Merkel alguna vez?

M.R. ¡No! [Sonríe].

Mariano Rajoy: "¿Qué promesas no cumplí?" 4

24 de agosto de 2014. Durante dos días, Rajoy exhibió en Santiago de Compostela su buena relación con la canciller alemana, Angela Merkel. Se reunieron en el Parador de la plaza del Obradoiro, visitaron la catedral, recorrieron seis kilómetros del Camino de Santiago y cenaron en el casco antiguo de la ciudad natal de Rajoy.

XL. En su discurso de despedida en Génova dijo que nunca se había llevado un problema de casa al trabajo porque su mujer se los solucionaba. Y le cayeron críticas.

M.R. Hay algunas críticas salidas de tono. Yo hago en mi casa lo que mi mujer y yo hayamos acordado conjuntamente y jamás hemos tenido un solo problema de ese tipo. Si alguien quiere criticar, que lo haga, pero creo que sacar los pies del tiesto no conduce a parte alguna. Solo puedo decir que estoy encantado porque tengo una relación estupenda con mi mujer y espero que vivamos muchos años igual de felices que ahora.

XL. ¿Ha ido a reuniones del colegio?

M.R. Alguna que otra vez he ido a la fiesta de Navidad, a obras de teatro, a la primera comunión, a partidos de fútbol… ¡Hombre! No he estado allí todo el día, pero sí he ido. Y, además, he hecho amigos entre los padres de los colegas de mis hijos y nos vemos a menudo, de lo cual me enorgullezco.

XL. ¿Ha dejado totalmente la política?

M.R. No, eso no es posible.

XL. ¿Sigue con despacho en Génova?

M.R. No, este es ahora mi despacho y tengo otro en la calle Goya, al que suelo ir por las tardes, como tienen el resto de los presidentes de Gobierno.

XL. ¿Es complicado encontrar un lugar adecuado en el que colocar el famoso ‘jarrón chino’ al que se refería Felipe González?

M.R. No, no; ‘jarrón chino’ tampoco soy, porque tengo muchísima actividad y procuro no molestar [risas].

XL. Durante su mandato, ¿le molestaron más que alegraron las intervenciones de Aznar?

M.R. En Moncloa estuve muy ocupado y no seguí mucho las actividades de Aznar.

XL. A estas alturas no vale mentir.

M.R. No, no; por supuesto, no vale mentir ni ahora ni nunca. ¡Hasta ahí podríamos llegar!

XL. Hombre, no se ponga tan gallego.

M.R. Lo que no puedo ser es de La Rioja [ríe]. Cada uno es de donde es, mire usted.

XL. Entonces, ¿qué me dice? [En el libro cuenta que, tras los resultados electorales de 2015, «José María Aznar se presentó ante el Comité Ejecutivo del partido, algo que había hecho en escasísimas ocasiones, para solicitar un Congreso abierto del PP. En los meses posteriores insistieron en la misma idea algunos grupos muy ideologizados y muy críticos hacia mi persona, aunque de implantación escasa, cuando no inexistente. Esas propuestas nunca encontraron eco en la organización»].

M.R. ¡Francamente, me da igual! ¡Usted misma!

XL. Poco después, a cuatro de sus ministros se les propuso asumir la presidencia del Gobierno. Se pretendía forzar su renuncia en favor de un candidato de perfil más técnico (Operación Monti).

M.R. De eso hablo en el libro.

«No creo que José Manuel Soria estuviera en la conspiración. Es más, estoy convencido de que no»

XL. Y cuenta que solo tres de los cuatro ministros tanteados le advirtieron de la conspiración.

M.R. El cuarto ministro no lo debió de considerar importante y, seguramente, por eso no me lo contó [sonríe].

XL. Una respuesta muy gallega, ¿no?

M.R. ¡Claro! [Se ríe].

XL. ¿No va a contar quiénes fueron?

M.R. Si no lo cuentan ellos… Puede usted preguntar por ahí.

XL. ‘Por ahí’ se dice que se barajaba el nombre de Luis de Guindos para sustituirle y que la operación la impulsó el exministro José Manuel Soria.

M.R. No creo que José Manuel Soria estuviera en la conspiración. Es más, estoy convencido de que no. No se puede hacer caso a todo lo que se lee ni a todo lo que se oye. ¡Eh! [Ríe].

Mariano Rajoy: "¿Qué promesas no cumplí?" 5

2011. José Luis Rodríguez Zapatero felicita a Rajoy el día de su investidura como sexto presidente del Gobierno. Era la tercera vez que se presentaba a la Presidencia. Por entonces, el PP vivía una relación dulce con los nacionalistas de CIU, que, liderados por Artur Mas, apoyaron los primeros recortes de su Ejecutivo.

XL. En el primer capítulo de su libro da un rápido repaso a su etapa de gobierno con Aznar…

M.R. [Interrumpe con sorna]. Dos párrafos le dedico a eso. Póngalo así: dos párrafos [ríe].

XL. Dice: «La política hoy es un espectáculo mediático».

M.R. Algunos pretenden que lo sea, pero yo no me he prestado a ello. Me he tomado la vida en serio. Por eso se decía que no daba titulares, que no hacía ruedas de prensa… Y me parece muy bien: me he dedicado a lo que tenía que dedicarme: a gobernar, que fue para lo que me eligieron.

XL. ¿Volvería a hacer una rueda de prensa a través de un plasma cuando casi estaba en el cuarto de al lado?

M.R. ¡Absolutamente! No tenga ninguna duda. Normalmente, las juntas directivas del Comité Ejecutivo de mi partido no se dan en abierto y yo la di en abierto.

XL. ¿Fue un acto de generosidad entonces?

M.R. [Cambia el gesto]. No, yo no estoy diciendo eso. Yo estimé que lo que les iba a decir a los miembros de mi partido lo conociera a la vez la opinión pública española y por eso la di en abierto. ¿No es posible ni siquiera eso?

Debería traerme sin cuidado que los nacionalistas gallegos me declararan ‘persona non grata’ en mi ciudad. Pero, al final, no me gustó. ¡Qué quiere que le diga! He vivido en Pontevedra y me siento de allí

XL. ¿Le dolió que le consideraran non grato en su tierra, Pontevedra?

M.R. Francamente, si lo analizo con frialdad debería traerme sin cuidado, porque quienes me declararon persona non grata fueron los nacionalistas gallegos de izquierdas y muchos de los cuales, seguramente, son plenamente conscientes de lo ridículo de esa decisión. Pero, al final, no me gustó. ¡Qué quiere que le diga! He vivido allí, he estudiado allí, me siento de allí y es absurdo que yo sea persona non grata en mi ciudad. Pero, oiga, le puedo asegurar que vivo feliz.

XL. Dice que Zapatero le dejó dos regalos envenenados: la ruptura del pacto contra las libertades y el terrorismo, y la promesa de que las reformas del Estatuto que aprobara el Parlamento catalán las aprobaría su partido en el Parlamento español.

M.R. He intentado ser respetuoso con todos en el libro, también con el presidente Zapatero, con el que tengo una buena relación; pero le reprocho esas dos decisiones, sí. La primera de ellas se la reproché en varios debates en el Congreso. Respecto a la segunda, creo que las grandes decisiones sobre lo que es España las deben tomar los españoles, pero es necesario el acuerdo entre los grandes partidos; como así se hizo con la aplicación del artículo 155 y como no se hizo por parte del presidente Zapatero y el señor Mas cuando pactaron una reforma del Estatuto en Cataluña sin tener en cuenta al principal partido de la oposición.

XL. También reprocha a Zapatero ocultarle la cifra real del déficit.

M.R. Hago un elogio de cómo se produjo el traspaso de poderes, salvo en el asunto del déficit público. Se nos dijo que era del 6 por ciento y resultó ser del 9,3 por ciento. Esos tres puntos de más equivalían a treinta mil millones de euros, que no es una cifra menor.

XL. ¿No conocía el enorme déficit que tenían las comunidades y los ayuntamientos en los que gobernaba el PP, que en aquel momento eran la mayoría y, más concretamente, en Castilla-La Mancha y Valencia?

M.R. Yo sabía que tanto Castilla-La Mancha como Valencia eran dos de las comunidades que estaban peor; pero creía que esas cantidades ya iban dentro del 6 por ciento de déficit que nos decía el Gobierno.

XL. ¿No intuyó que pudiera haber comunidades en situación parecida?

M.R. Podía intuir que había un déficit muy alto y el 6 por ciento ya es muy alto, pero también había otras comunidades y otros ayuntamientos que no estaban mal y creí que el Estado y la Seguridad Social tenían mucho menos déficit del que luego resultaron tener.

XL. Entonces, ¿ni unos ni otros sabían lo que se avecinaba?

M.R. Yo sí lo sabía y era muy consciente. Desde el debate que tuvimos en televisión Zapatero y yo en 2008, advertí de la crisis económica que teníamos. De hecho, entre 2008 y 2009 la recaudación bajó en España 70.000 millones de euros. Y, si se tiene en cuenta que en cuatro años el paro aumentó en 3.400.000 personas, el verde de los brotes era un poco caduco.

XL. ¿Es aceptable incumplir el programa electoral con la excusa de que la realidad es diferente a la que se pensaba?

M.R. Si la alternativa es cumplirlo o hacer algo tremendamente negativo para tu país, prefiero la primera. Pero ¿qué promesas no cumplí?

XL. De entrada, una fuerte subida de impuestos.

M.R. En mi programa electoral no había una sola línea que hablara de bajar impuestos, aunque la gente asocia el PP a bajar los impuestos. Es verdad que los tuve que subir, y lo hice, porque la alternativa era la quiebra, pero después los bajé.

XL. Y puso en marcha la polémica amnistía fiscal que luego tumbó el Tribunal Constitucional.

M.R. Fue una medida que ya se había tomado cuatro veces en nuestro país, nos pareció que era una buena solución en aquel momento. Afloró muchísimo dinero y patrimonio que, en los años sucesivos, pagó impuestos.

«Buena parte del IBEX me demandó la petición de rescate, también medios de comunicación y muchas personas cualificadas, de España y de Europa. La única que me dijo que ni se me ocurriera fue Angela Merkel»

XL. Asegura, sin dar nombres, que empresarios y banqueros españoles le aconsejaron pedir el rescate.

M.R. Buena parte del IBEX me demandó la petición de rescate, también algunos medios de comunicación y muchas de las personas cualificadas a las que consulté. Prácticamente, nadie me pidió lo contrario, ni en España ni en Europa. De hecho, la única persona que me dijo con claridad que ni se me ocurriera pedirlo fue Angela Merkel.

XL. ¿Lo llegó a dudar?

M.R. ¡En ningún momento! Cómo iba a dudarlo si estaba viendo que en Grecia los estaban obligando a bajar las pensiones hasta un 40 por ciento y que algo parecido sucedía en Portugal. Tenía claro que debía controlar el gasto y el déficit, pero que debía ser el Parlamento el que decidiera cómo se hacía.

XL. Da a entender que Zapatero adelantó las elecciones para evitarse el rescate y no poner en marcha la reforma laboral.

M.R. Yo lo que digo es que España estaba en una situación de quiebra, a punto de ser intervenida, y que yo tenía muy claro que no quería que los ‘hombres de negro’ vinieran aquí. ¡Y no vinieron!

XL. Pedro Sánchez dijo en el debate electoral que iba a suprimir la reforma laboral.

M.R. Francamente, sería un disparate. No sé lo que hará, llevamos un año y medio sin hacer absolutamente nada: no se ha aprobado ningún presupuesto, no se ha hecho ninguna reforma económica… Por lo menos, hay una ventaja: que las reformas económicas que hicimos siguen en vigor. Pero, ¡cuidado!, estuvimos unos años creciendo por encima del 3 por ciento, este año vamos a estar en el 2 por ciento y el año que viene, por debajo. Conviene tomarse las cosas en serio porque ya sabemos lo que es una crisis económica.

«No estamos ante una nueva recesión y no veo una crisis como la que hemos tenido. Pero es urgente terminar con la incertidumbre, no eliminar las reformas que hicimos y hacer algunas nuevas»

XL. ¿Cree que estamos ante una nueva recesión?

M.R. Creo que no y, desde luego, no veo una crisis como la que hemos vivido. Sin embargo, sí es urgente terminar con la incertidumbre, aprobar enseguida unos presupuestos nuevos, cumplir con el gasto público, no eliminar las reformas que hicimos y hacer algunas nuevas.

XL. Cuando aborda el tema de la corrupción, señala que no es lo mismo un error administrativo que el enriquecimiento ilícito. Pero en su partido hubo de todo.

M.R. Yo nunca he negado que hubiera enriquecimiento ilícito de algunas personas si así lo han dicho los tribunales; pero no del Gobierno del que yo he formado parte como presidente.

XL. Asegura que la corrupción ajena a sus años de Gobierno fue el único argumento de sus adversarios.

M.R. ¡Pero a ellos qué más les daba! Tuve que ir a dar explicaciones de acontecimientos que se habían producido hace diez y doce años, nunca de actividades de los ministros de mi Gobierno.

XL. El fango de corrupción en el PP, arrastrado desde la época de Aznar…

M.R. [Interrumpe]. Vamos a ver, yo asumo toda la herencia de mi partido, toda. Asumo lo bueno y lo malo de la época anterior, de la mía y de cualquiera. Asumo los errores y las prácticas indeseadas de algunos. Lo asumo todo.

XL. Usted presidió el Partido Popular desde octubre de 2004, durante la etapa de mayor corrupción del PP…

M.R. [Se enfada un poco]. Es evidente que en el partido ha habido casos de corrupción lamentables, los tribunales así lo han dicho; pero también procuro respetar la presunción de inocencia.

XL. ¿Nunca le pidió explicaciones a Aznar?

M.R. ¡En absoluto!, yo asumo íntegramente la historia de mi partido.

XL. ¿Qué quiere decir que lo asume?

M.R. Que reconozco que no hemos sido un partido perfecto, como no lo ha sido ninguno de los que han gobernado en España o en otros países de la Unión Europea. Sin embargo, hemos aprobado una legislación durísima contra la corrupción que a mucha gente parece no interesarle.

XL. ¿Qué me dice de los SMS que le envió a Bárcenas? El famoso «Luis. Lo entiendo. Sé fuerte».

M.R. Que no se acierta siempre.

XL. ¿Qué sintió cuando los vio publicados en la prensa?

M.R. Que no se acierta siempre.

XL. ¿No me va a decir otra cosa?

M.R. Dejémoslo en que no se acierta siempre.

XL. Dígame al menos si al conocer las actividades de Luis Bárcenas se llevó una auténtica sorpresa.

M.R. Me la llevé en todos los casos, porque si yo fuera conocedor de lo que estaban haciendo algunas personas hubiera procedido a removerlas de sus cargos. Como no fui conocedor no lo hice. Y eso le pasa a cualquiera.

XL. Con Bárcenas, ¿la incredulidad fue mayor al ser amigo suyo?

M.R. Bueno, amigo… Era el tesorero del partido.

XL. Y de su total confianza.

M.R. Una persona de confianza del partido, llevaba 30 años allí.

XL. Ante las dificultades de financiación de los partidos políticos, ¿cabe pensar que prefiriera no estar al tanto y mirar para otro lado: «A mí no me lo contéis»?

M.R. Mmmm…, sí. Yo no estaba al tanto de la financiación del partido, como nunca lo estuvo ningún presidente del Partido Popular.

XL. ¿No pensó que podía haber financiación irregular?

M.R. Nunca entré en esos temas. La documentación se mandaba al Tribunal de Cuentas y cada uno tiene sus propias responsabilidades.

XL. ¿Siempre declaró cuánto recibía del partido, aunque proviniera de una caja B?

M.R. ¡Absolutamente! Y no he recibido nada de ninguna caja ni tengo conocimiento de ella.

XL. Si un empresario decide donar al PP una cantidad importante, ¿no intenta que el presidente del partido lo sepa y se lo agradezca?

M.R. Habría que preguntárselo a quienes hayan hecho eso, porque yo no he tenido ningún conocimiento. A mí eso no me ha sucedido nunca.

XL. Al parecer, todos sus colaboradores estaban enfrentados: la mayor parte de los ministros estaban posicionados en dos bandos, Hacienda no se llevaba bien con Economía ni Génova tenía las mejores relaciones con Moncloa ni Soraya con Cospedal… y por encima de todos, usted al frente del cortijo.

M.R. Yo creo que eso es más leyenda que realidad. Entre mis pretensiones políticas, nunca ha estado esa. Lo único que yo intenté, aunque a lo mejor hay gente a la que no le divierte reconocerlo, es gobernar y sacar a España de la crisis. A mí nadie me habló de eso que usted dice.

XL. ¿Nadie le dijo que en Sevilla, por ejemplo, no dejaron entrar a Soraya en el Congreso del Partido?

M.R. No tengo ni idea de lo que me habla, francamente [sonríe].

XL. En demasiadas ocasiones niega que las cosas sean como las contamos en los medios. ¿Cómo diría que fue su relación con la prensa?

M.R. Razonable. Es verdad que el papel de la prensa es distinto que el del político: la prensa necesita titulares y tiene sus urgencias, pero el gobernante tiene otras prioridades. La prensa quiere que se tomen decisiones cuando a ella le interesa y el gobernante toma la decisión cuando cree que el interés general así lo exige.

Mariano Rajoy: "¿Qué promesas no cumplí?" 8

XL. ¿Entiende que la prensa debe ser crítica con el poder?

M.R. ¡Son papeles distintos! Dicho esto, creo que la relación que he tenido con los medios ha sido de respeto y estoy contento de que haya sido así.

XL. ¿Con todos?

M.R. Con la gran mayoría. También es verdad que hay gente más difícil, entre la que existen dos tipos de personas: aquellas en las que su adscripción ideológica, que yo respeto, prima sobre cualquier otra consideración –sobre la verdad, sobre el interés general…–; y aquellas en las que su animadversión personal hace que la relación sea muy complicada.

XL. ¿No le consta que se hayan mandado consignas a periodistas, que se hayan quitado y elegido responsables de medios, que se haya hecho cordón sanitario con algunos programas o diarios…?

M.R. A mí eso no me consta. ¿La he llamado yo a usted alguna vez para decirle algo sobre cómo debe trabajar?

XL. Esas cosas no las hace directamente el presidente del Gobierno.

M.R. [Se enfada]. ¡Vamos, por favor! Yo he tenido siempre una relación absolutamente respetuosa con todos los medios. ¡Absolutamente! Y eso que me está diciendo no lo he oído nunca.

XL. ¿Ni lo ha leído en la prensa?

M.R. No. Y si alguien ha tenido algún reproche que hacer a una persona concreta, pregúnteselo a ella; pero sí le digo que yo no he dado ningún tipo de consigna a nadie, en absoluto.

XL. En el libro detalla cómo se llevó a cabo el relevo en la Corona y alaba el papel desempeñado por Alfredo Pérez Rubalcaba.

M.R. Era un momento de enorme complejidad con todo el movimiento del 15M, con los acontecimientos producidos en la Puerta del Sol y con el nacimiento de una fuerza política muy radical como era Podemos. Pues bien, en 15 días se llevó a cabo una operación como no se había hecho otra a lo largo de la historia. Y ahí el acuerdo con el Partido Socialista y su líder, Rubalcaba, fue de una enorme importancia.

XL. Respecto a la cuestión de Cataluña, dice que mantuvo ‘en secreto’ varias reuniones con Artur Mas, porque así se lo pidió él.

M.R. Sí, Mas pedía absoluta discreción, aunque luego él no siempre la mantuvo. Algunas de esas reuniones las celebramos en mi casa de Aravaca, a la que antes hacía usted referencia. El diálogo que pretendía Artur Mas consistía únicamente en urgirme a definir una fórmula para celebrar la consulta de autodeterminación. Le expliqué hasta la saciedad que su pretensión no tenía cabida en nuestra Constitución. Él era plenamente consciente de lo inasumible de su petición, pero le daba igual.

Le pregunté a Puigdemont si de verdad pensaba que yo iba a autorizar el referéndum. Me contestó: ‘No lo vas a hacer porque, además, no puedes’. Su desfachatez me produjo perplejidad

XL. Asegura que con Puigdemont le ocurría lo mismo.

M.R. Así es. El 11 de enero de 2017 almorcé con Puigdemont en el palacio de la Moncloa a instancias mías y acordamos no hacerlo público. Recuerdo que le hablé, entre otras muchas cosas, de la financiación de la Administración catalana, pero él estaba más interesado en el referéndum que en solucionar los problemas de los catalanes. En esa comida llegué a preguntarle si de verdad pensaba que yo iba a autorizar el referéndum, a lo que me contestó: «No lo vas a autorizar porque, además, no puedes». Su desfachatez, por calificarlo de alguna manera, me produjo perplejidad.

XL. ¿Cómo debemos entender todo lo que está ocurriendo en Cataluña si ellos saben que no pueden declarar la independencia de manera unilateral?

M.R. Mi obligación no era ni es la de un psicólogo. Es evidente que están inmersos en ese proyecto de ruptura, pero también es evidente que, al final, el artículo 155 demostró que la Constitución Española y España, cuando es atacada, tiene instrumentos para defenderse. Eso es lo más importante que pasó en el tema de Cataluña.

XL. ¿Cuál va a ser el final de este conflicto?

M.R. Es imprescindible el consenso entre las grandes fuerzas constitucionalistas españolas que representan a la mayoría. Ahora ya se sabe lo que es el 155.

Mariano Rajoy: "¿Qué promesas no cumplí?" 2

El bolso de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría ocupa todo ese tiempo el escaño del todavía presidente, destituido un día después por 180 votos.

XL. El jueves 31 de mayo de 2018 tuvo lugar en el Congreso de los Diputados la moción de censura. A las 14:00 horas, usted salió para comer junto con algunos de sus ministros y colaboradores… y ya no regresó.

M.R. Aquel día hice exactamente lo mismo que en la anterior moción de censura que me puso Podemos y, además, anuncié que no iba a estar en la reunión de la tarde.

XL. ¿Por qué?

M.R. Porque el debate de la tarde era entre el candidato a la Presidencia del Gobierno y los grupos parlamentarios. En el caso de la moción de Podemos tomé algo con unos amigos en mi despacho del Congreso, de donde no salí; y en el otro salí a comer a un restaurante.

XL. Se ha dicho que durante esa comida recibió la llamada de Aitor Esteban, quien le comunicaba que el PNV votaría a favor de la moción.

M.R. ¡En absoluto! A mí no me llamó Aitor Esteban durante aquella comida. Yo ya sabía que el PNV no nos iba a apoyar y lo que se produjo en el restaurante fue la llamada formal de que no lo iban a hacer, pero yo ya era conocedor de ello.

XL. En aquella llamada ‘formal’, ¿le ofreció el PNV votar en contra de la moción si usted dimitía, como le había sugerido Pedro Sánchez?

M.R. Absolutamente falso. Mi dimisión fue uno de los múltiples rumores que corrían y Dolores de Cospedal se encargó de desmentirlo.

XL. ¿No se formó en el restaurante un gabinete de crisis ni siguieron el debate desde un plasma?

M.R. ¡Qué gabinete de crisis ni qué plasma! Todo eso es absolutamente falso. Estuvimos charlando sin más. Fue una comida normal que se prolongó y en la que estaba gente que no respondía a ningún criterio concreto.

XL. Una sobremesa sin más que se prolongó ocho horas, en la que hubo por medio botellas de whisky.

M.R. No recuerdo bien lo que hubo y desconozco de quién salió esa información. ¡Aquí se dan por válidas cosas verdaderamente notables! [Sonríe].

XL. Usted abandonó el restaurante a las diez de la noche. En las imágenes que emitió la televisión lo vimos salir… ¿algo achispado?

M.R. [Tajante]. Salí absolutamente normal.

XL. ¿Más alegre de la cuenta?

M.R. Salí como entré.

Mariano Rajoy: "¿Qué promesas no cumplí?" 3

31 de mayo de 2018. Mientras el Congreso debate la moción de censura contra él, Rajoy pasa la tarde en un restaurante con un reducido grupo de fieles.

XL. Oiga, me va a perdonar, pero me tiene que despejar una duda, casi existencial, que tenemos muchos españoles: ¿se tiñe la parte de arriba del pelo o no se tiñe?

M.R. ¡Jajaja! Voy a responder con absoluta franqueza a esta pregunta y no me molesta nada que me la haga: jamás me he teñido el pelo. Pero si hay gente, como la hay, que se cree que me lo tiño, no tengo ningún inconveniente en darle la razón. Que digan lo que quieran.

XL. Mirándolo de cerca, se le ven las raíces muy naturales… [Risas].

M.R. El que más se cabreaba con este asunto era mi peluquero. Yo le decía: «¡Oiga, y qué más da! Entienda que con algo hay que entretenerse». Pero él no llevaba nada bien eso del tinte.

XL. ¿Dónde va a pasar la Navidad?

M.R. En Galicia, como siempre; no en La Rioja [se ríe].

XL. En estos últimos años ha pasado de ‘maricomplejines’ a ‘mariposón’ y, finalmente, a ‘Don Tancredo’. ¿Y, ahora, qué?

M.R. Pues habrá que echarle imaginación y ver cómo me siguen cascando algunos. No he oído nada todavía…, pero oiré [se ríe].

XL. Le recuerdo una frase de ese Don Tancredo: «Me pasé medio año hablando en gallego. No moverse es la mejor forma de avanzar».

M.R. No le quepa a usted la más mínima duda de que es así. En el caso del rescate, todos me pedían que me moviera, no me moví y fue mejor para España. Pero le voy a decir que Don Tancredo se tuvo que enfrentar a una crisis económica como nunca se vivió en España. Que Don Tancredo fue capaz de aprobar dos Presupuestos Generales con 137 diputados, cuando la mayoría son 176. Que Don Tancredo resolvió en 15 días un proceso tan complejo como la sucesión en la Corona. Que Don Tancredo vio cómo ETA se disolvía sin hacer una sola cesión y sin mediar ni una sola conversación por parte del Gobierno que presidía. Que Don Tancredo aplicó el artículo 155 de la Constitución, que era algo que se aplicaba todos los días en España… Dicho esto, mire usted: los tópicos le dan ambiente a la vida, pero no dejan de ser tópicos.

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