Es la única mujer capaz de llevar al productor Harvey Weinstein a la cárcel. Sin embargo, critica el movimiento que se ha desatado en Hollywood contra los abusos sexuales. Lo considera una impostura. Hablamos con la actriz que ha revolucionado la meca del cine como nadie antes. Lea: no deja títere con cabeza. Por Decca Aitkenhead / Fotos: Getty Images y Cordon

Hace tan solo un año, en Hollywood idolatraban al productor Harvey Weinstein; Kevin Spacey era el preferido en Broadway; y nadie dudaba del buen nombre de Morgan Freeman. Rose McGowan solo era conocida por protagonizar Embrujadas, una almibarada serie de televisión. Y entonces, hace doce meses, estalló la noticia bomba: la actriz era una de las ocho mujeres a las que Weinstein había pagado para que no hablaran de los presuntos abusos sexuales a los que el productor les había sometido. La revelación se propagó como la pólvora. Al poco tiempo, centenares de famosos fueron señalados como abusadores sexuales. Muchos de ellos perdieron el trabajo.

Actrices tan famosas como Gwyneth Paltrow o Salma Hayek han dado un paso al frente y revelado abusos sexuales, pero, si el movimiento #MeToo tiene cara y ojos, estos son lo de Rose McGowan. Nacida en el seno de los Hijos de Dios -una secta en la que imperaba la poligamia-, Rose se fugó en la adolescencia y vivió en la calle hasta que llegó a Los Ángeles, donde se convirtió en el anoréxico juguete sexual de un drogadicto.

Sus siguientes novios no fueron mejores. Pero empezó a trabajar en películas, y su carrera fue tornándose prometedora, hasta el punto de que conoció a Harvey Weinstein. Se encontraron en la habitación de hotel donde el productor estaba alojado y en la que, según cuenta McGowan, él la violó.

rose mcgowan, harvey weinstein metoo

En 2010, Rose McGowan con Harvey Weinstein. Sus acusaciones de que el productor la violó en más de una ocasión son las únicas que no habrían prescrito

Rose asegura que desde ese momento Weinstein la puso en la lista negra. Consiguió trabajar en Embrujadas, pero -siempre según su versión-, tras acusar a Weinstein de abusos, el productor hizo que unos antiguos agentes del Mossad la siguieran y le robaran el manuscrito de su libro de memorias, titulado Brave (‘Valiente’). En febrero, una activista transgénero -«contratada por Weinstein», explica- boicoteó una de las primeras lecturas en público de Brave y cubrió de insultos a la actriz. La discusión fue subiendo de tono, y en las redes sociales tacharon a McGowan de «transfóbica». El escándalo llevó a la cancelación de la gira promocional del libro. Según explica, «me sentía como un boxeador contra las cuerdas. Fue brutal».

«Si crees que lo que pasa en Hollywood no va contigo, te equivocas»

Sin embargo, lo que vino después fue peor. Han transcurrido siete meses y Weinstein está formalmente acusado de abusos sexuales y va a ser juzgado… al igual que la propia Rose, acusada de tenencia de cocaína. McGowan asegura que un esbirro del productor le puso la droga para que la hallara la Policía. En agosto se supo que otra acusadora de Weinstein y antigua aliada de McGowan, la actriz Asia Argento, supuestamente se acostó con un actor menor de edad; se dice que la entonces pareja de Argento, el chef Anthony Bourdain, pagó miles de dólares al actor, para arreglar el asunto sin pisar un juzgado. Más tarde, Bourdain se quitó la vida. Argento niega haber mantenido relaciones sexuales con el muchacho, pero McGowan escribió una carta abierta en la que las confirmaba. La víspera de mi encuentro con Rose, Argento ha hecho pública su intención de ponerle una denuncia a su antigua amiga.

«Es imposible que Meryl Streep no supiese lo de Weinstein». Las actrices de Hollywood, dice, «son unas impresentables»

En vista de todo este torbellino, no es de extrañar que nadie haya reparado en lo que la actriz tiene que decir sobre Hollywood. «Igual crees que lo que pasa en Hollywood no va contigo -escribe en su libro-. Pero te equivocas. ¿Quién crees que se encarga de moldear la realidad que te rodea?».

La industria del cine descrita por Rose es un mundo «asqueroso», donde las actrices son degradadas y explotadas; los hombres dirigen el noventa y seis por ciento de las películas y las mentes de los espectadores son moldeadas por una mirada masculina tan solo interesada en un aspecto de la mujer: «Que sea follable».

McGowan agrega: «Al final terminamos por asumir que el ideal femenino lo representa el pelazo de las estrellas» y sus dimensiones corporales de Barbie. «Si lo sabré yo, que he contribuido a esta comedura de coco gigantesca».

«Las películas de Hollywood programan tu mente»

Cuando entrevistas a una actriz, lo normal es que trate de convencerte de que vayas a ver su nueva película. Pero McGowan quiere que boicoteemos los cines. «Porque te programan mentalmente». La actriz llega a comparar las películas de Hollywood con la pornografía infantil; su visionado no solo nos perjudica, también nos convierte en cómplices del trato indigno dispensado a las actrices. «Yo prácticamente he dejado de ver películas».

«Los seguidores de Trump están equivocados en todo, pero detestan a los de Hollywood porque son unos progres de pega… y en eso tienen razón, al cien por cien»

También jura que nunca más va a volver a actuar, y esa decisión le confiere libertad absoluta para hablar con una sinceridad vetada a otras mujeres del sector. «Sencillamente, me parecen unas impresentables. No están comprometidas con nada. Las encuentro patéticas. No me gustan un pelo. Ni una sola revista femenina ni una sola organización de mujeres me ha brindado su apoyo. ¿Cómo se explica?». A Rose no la han invitado a ninguno de los almuerzos organizados por la campaña #MeToo. «Tampoco iría, porque son payasadas. Mierda en estado puro. Mentirijillas piadosas para que esas tiparracas se sientan mejor consigo mismas. Conozco a esa gente. Son cobardes».

McGowan no se corta un pelo: «Los seguidores de Donald Trump seguramente están equivocados en todo lo demás, pero detestan a los de Hollywood porque son unos progres de pega… y en eso tienen razón, al cien por cien. Son unos mierdas, y en el fondo lo saben. Sus vidas están vacías. Viven unas vidas vacías porque ellos mismos están vacíos por dentro».

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Rose McGowan es muy crítica con actrices como Meryl Streep o con Hillary Clinton. McGowan apoyó a Clinton, pero se arrepiente. «No creo posible que no supiera la verdad sobre Weinstein»

McGowan encuentra «literalmente imposible» que Meryl Streep no supiera nada sobre las actividades sexuales de Weinstein. Streep insiste en que lo ignoraba todo; cuando Rose empieza a hablar, su relaciones públicas la mira y hace gestos. «Sí, claro, se supone que cada vez tengo que decir ‘a mi modo de ver’, ‘creo que’…». Esboza una sonrisa. «Y bien, a mi modo de ver, las víctimas de ese tipo han sido millares. Con unos apetitos como los suyos, a Weinstein no tuvo que bastarle con unos cuantos centenares».

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En una protesta con su entonces amiga Asia Argento, ahora acusada de haber abusado de un actor menor de edad. McGowan confirmó el abuso al decir que Asia había enviado unos mensajes en los que lo contaba

Me pregunto si otras integrantes del movimiento #MeToo excluyen a McGowan porque temen que su rabia tan visceral ahuyente a la opinión pública. «A veces me siento embargada por la cólera de los justos, sí, pero tengo derecho a sentirme indignada. Las mujeres tienen derecho a sentirse indignadas. Y cuando lo están las describen como desequilibradas: esta tía está loca. Porque resultan ‘poco decorosas’. Pero si te encuentras metida en una de estas situaciones terminas por hartarte». ¿No cree que vale la pena autocensurarse un poco a fin de conseguir objetivos a largo plazo?

Me mira fijamente. «Yo creo que he sido bastante efectiva, la verdad. Dígame el nombre de otra persona que haya sido más resolutiva. Cuando hablamos de la situación de la mujer, las componendas no nos han llevado muy lejos».

Algunas mujeres opinan que el #MeToo es un movimiento puritano que amenaza el juego de la seducción. «¿Tanto os habéis divertido, amigas? -pregunta Rose de forma retórica-. De verdad lo habéis pasado tan bien? Para mí no es divertido. Yo lo veo como humillación, como el robo de tu alma. Las mujeres que dicen eso creen en los cuentos de hadas».

«¿Perdonar? Que se vayan a la mierda»

Hace unos meses, durante una entrevista con algunas activistas, Oprah Winfrey sacó a relucir la cuestión del perdón. ¿En qué momento va a llegar el perdón? ¿Qué piensa McGowan al respecto?

«Que se vayan a la mierda. A la mierda con su perdón. Esos individuos siguen haciendo de las suyas, así que no hay lugar para el perdón. ¿Borrón y cuenta nueva? ¡Ja! Las personas de esa generación no tienen remedio; siguen con sus idioteces de siempre. Que no me vengan con sus rollos de vejestorios. Y, sobre todo, que no se los endilguen a las víctimas. Porque es una forma de hacer que se callen. Se supone que tenemos que ser perfectas señoritas y perdonarlo todo, pero no nos han tratado como a señoritas. ¿El perdón? Quizá cuando tenga ochenta años. Si me da por ahí».

¿Qué es lo que Rose necesita para ser capaz de perdonar? «Justicia». ¿Y qué clase de justicia merece Weinstein? «La cadena perpetua. Que se pudra en la cárcel por haber arruinado tantas vidas. Quizá entonces podré perdonar».

«¿Tanto os habéis divertido, amigas? De verdad? -espeta a las que creen que las denuncias amenazan la seducción-. Yo lo veo como una humillación»

Me interesa su opinión sobre otra polémica suscitada por el #MeToo. Ciertas activistas radicales argumentan que ha llegado el momento de acabar con el patriarcado y que si algunos hombres inocentes salen perjudicados, acusados injustamente, hay que considerarlos daños colaterales. Otras activistas lo ven de distinta manera: defienden que si hacen abstracción de la justicia, las mujeres se vuelven tan deleznables como los hombres que abusaron de ellas. En este sentido, Rose confía en que los falsamente acusados «salgan bien librados en los tribunales», pero al momento añade: «En realidad, no creo que estemos hablando de tantos hombres».

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McGowan con su actual pareja, la modelo de género no binario Rain Dove. Asegura que Dove es de gran ayuda, «pero sé apañármelas sola»

¿Se siente decepcionada por el hecho de que otras mujeres hayan preferido guardar silencio? «No, tampoco están obligadas a hablar. Han visto lo que me ha pasado. Y lo que les ha pasado a otras personas, y prefieren no complicarse la vida. Todo esto te consume la vida. Yo he renunciado a muchas cosas. Decidí no tener hijos, porque sabía que iba a plantar cara y enfrentarme al poder. Si hubiera tenido hijos, no habría podido hacerlo. Demasiado peligroso». ¿Está diciéndome que renunció a la maternidad para acabar con Weinstein? «Sí, exactamente».

«¿Suicidarme? No voy a dejar que él se salga con la suya»

Rose está dispuesta a arrostrar las consecuencias de sus declaraciones. Me dice que ha tenido que vender su casa para pagar a los abogados. «Weinstein quiere verme en la ruina». La denuncia por tenencia de drogas «a estas alturas me habrá costado más de doscientos mil dólares, y eso que ni siquiera hemos ido al juicio. Y nadie me ha ofrecido su ayuda».

«A veces me siento embargada por la cólera de los justos, sí, pero tengo derecho a sentirme indignada. Las mujeres tienen derecho a sentirse indignadas»

¿El peor momento tras el estallido del caso Weinstein? «Cuando me esposaron antes de que esposaran a mi violador. Sientes el impulso de caer de rodillas y ponerte a gritar, pero no lo hice porque, si empiezo, ya no paro». No se permite albergar pensamientos suicidas, «porque es lo que él quiere, desquiciarme, para que cometa algo irreparable. Pero no voy a dejar que se salga con la suya. Ni hablar». Muy al contrario, se considera «una de las personas más estables del mundo, teniendo en cuenta todo lo que me ha pasado. Si hay una persona con derecho a estar un poco loca, soy yo. Pero no lo estoy».

La cólera de Rose McGowan, fría y sometida a control, da la impresión de ser inextinguible. Y curiosamente no parece hacerla infeliz. «En muchos sentidos estoy en un gran momento. Tengo una libertad que desconocía. Y todo marcha según lo planeé. Quería dejar claro a todos que, si logras cortarle la cabeza al poder, puedes hacer cualquier cosa que te propongas».

Espero que la gente tome nota de sus palabras. «Sí». Sonríe y añade: «Yo también». O, por decirlo en inglés: me too.

¿Harvey Weinstein contaba con el silencio cómplice de Hollywood?

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